Comentario
En donde el arte figurativo acadio rayó a gran altura fue en la talla de sellos cilíndricos, en cuyo tratamiento fueron unos consumados especialistas, tanto por la riqueza de temas y la libertad compositiva que supieron desarrollar, como por el tratamiento técnico dado a las diferentes piedras (serpentina, jaspe, cristal de roca, lapislázuli, etc.), con las que elaboraron millares de ellos, cuya demanda fue muy solicitada, incluso como objeto de adorno personal, capsulándose a veces con lámina de oro.
La temática de los sellos acadios era, en líneas generales, de dos tipos: por un lado, la continuación de las bandas de figuras anteriores, con el repertorio iconográfico sumerio tradicional, aunque acadizado; y, por otro, los nuevos argumentos de temática básicamente religiosa, mítica o de la vida diaria, distribuidos en forma simétrica.
No podemos pormenorizar ejemplos concretos a pesar del repertorio tan rico que nos ha llegado, pero sí podemos recoger algunos ejemplares de reconocido interés. Del primer tipo, y siguiendo la disposición en friso, el tema del héroe estrangulando a un león seguía siendo muy cultivado, dentro de una gran minuciosidad de talla (algunos ejemplares en los museos Británico, Louvre y de Iraq); otras veces, es el hombre-toro que vence a un león (Tell Asmar) o un musculoso héroe que vence a búfalos y leones (Museo Británico) o bien una escena de caza con personajes de movimientos muy libres (sello del escriba Kalki). Al segundo tipo, al de los sellos cilíndricos plenamente acadios, que habían ido abandonado la abigarrada composición que suponían las figuras dispuestas en friso, pertenecen las nuevas composiciones simétricas, de tipo heráldico, a las que se añaden cartelas con pequeños textos cuneiformes, como motivo central. Al lado de esos textos, y guardando simetría, se sitúan héroes o sabios frente a animales, como el famoso cilindro de serpentina de Girsu (4 por 2,7 cm; Museo del Louvre) de enigmático contenido, y que perteneció a un escriba de Sharkalisharri, llamado Ibnisharrum.
Entre los sellos con composiciones religiosas, que son ahora variadísimas, y en las que los dioses aparecen representados bajo aspectos antropomorfos, hay que reseñar uno de Kish, de ejecución tosca pero de disposición espontánea, que representa la lucha de diferentes divinidades, armadas con mazas. También es de notable interés mitológico el sello de la Biblioteca Nacional de París, en el que el dios Shamash viaja, junto a una esfinge, un arado, una jarra y otros objetos en una extraña barca, cuya proa tiene la figura de un dios -¿o demonio?- y su popa la de una serpiente. O algunos sellos de los museos Británico y Louvre, con el tema de la manifestación común de los dioses al amanecer del Año Nuevo (sellos de los escribas Adda y Zagganita).
La escena del banquete, de tanto éxito en épocas anteriores, es sustituida ahora por la de la presentación del orante ante la divinidad (Ishtar, Shamash o Enki), la cual aparece de pie o sentada según los casos. No faltan escenas de interpretación difícil o totalmente desconocida, como la que puede verse en un sello de Eshnunna, en el que aparece una divinidad serpiente ante un altar y en compañía de otra persona.
Los sellos cilíndricos acadios conocieron una gran área de dispersión y también una larga reutilización (casos del ejemplar hallado en Acemhuyuk, en Anatolia central, o el de lapislázuli, montado sobre un brazalete de oro, del brazo derecho de la momia del faraón Osorkon I (hacia 924-889), de la XXII Dinastía).